En la convergencia de las calles de La Cruz y Lorite, se alza el trazo vertical y altivo de la chimenea de la Minilla a modo de columna gigantesca conocida vulgarmente como el “Pito de la Minilla”.
Es el recuerdo que nos queda de la antigua fábrica que recogía el orujo procedente de las prensas de las almazaras para con él obtener aceite y orujillo, con el que hacer carbonilla o alimentar la calera donde se hacía la cal, elemento imprescindible en aquella época para la construcción y el encalado de paredes.
Su construcción data de finales del siglo XIX, este tipo de chimeneas son un elemento útil asociado al desarrollo industrial. Pero a la vez constituyen un trabajo arquitectónico que se va reconociendo como manifestación artística.
Se levanta esbelta, con ancha base que va adelgazando hacia las alturas para asegurar su estabilidad.
Su estructura está muy cuidada y exige un encaje perfecto de todos los ladrillos, normalmente cocidos de forma artesanal.